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30 años de compromiso con El Salvador

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Por Anna Rivera y María Luisa Saponaro

El Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) celebró el año pasado 30 años de colaboración con el Gobierno de El Salvador y compromiso con la población rural salvadoreña Una parte esencial de las conmemoraciones fue la celebración en noviembre de la 1ª. Semana FIDA sobre Desarrollo Rural, Diálogo, Conocimiento y Articulación - El Rostro Humano del Desarrollo.
El evento, organizado en coordinación con el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y otros sectores claves de la sociedad salvadoreña, tenía como objetivo impulsar el diálogo y el debate sobre políticas públicas, abordando temas como la participación y oportunidades para la juventud rural, el empoderamiento económico de las mujeres rurales y de los pueblos indígenas y el medio ambiente y la mitigación de los efectos del cambio climático.



La jornada inaugural de la semana contó con la presencia del ministro de Agricultura y Ganadería, Orestes Ortez, quien destacó en su discurso el compromiso del gobierno de trabajar por el desarrollo del sector productivo en las zonas rurales.
“La colaboración del FIDA ha sido esencial en los avances conseguidos en este terreno”, aseguró Ortez. El titular del MAG agradeció al FIDA y al resto de agencias de la ONU presentes en El Salvador su cooperación con el desarrollo del país en los más diversos ámbitos sociales y económicos.
Glayson Ferrari, gerente del programa del FIDA para El Salvador, declaró: “Lo que vamos a mostrar aquí durante esta semana no es fruto tan solo del trabajo del FIDA, sino de la colaboración entre muchos socios, del esfuerzo de muchas manos trabajando al unísono”.
Uno de los principales momentos del evento fue la presentación de la Estrategia del FIDA en ElSalvador para los años 2015-2019. Dicha estrategia, elaborada en estrecha colaboración con el gobierno, la sociedad civil, el sector privado y, por supuesto, las organizaciones rurales salvadoreñas, prevé una inversión de 41 millones de dólares para luchar contra la pobreza rural.
El objetivo del FIDA durante estos años será generar riqueza y bienestar entre las y los pequeños agricultores salvadoreños y sus familias, a través de la consecución de tres objetivos estratégicos:

  • ·      Mejorar el acceso de las y los pequeños agricultores a tecnologías, recursos e información; que les permitan desarrollar una agricultura más sostenible y adaptarse al cambio climático.
  • ·      Promover el empoderamiento económico de la juventud, las mujeres rurales y los pueblos indígenas.
  • ·       Contribuir a los esfuerzos del gobierno para invertir de forma más eficaz, eficiente y equitativa en las áreas rurales.
Las operaciones financiadas por el FIDA en el país son y serán continuidad de una colaboración que comenzó en 1985 y que se ha concretado en los 10 proyectos de desarrollo llevados a caboconjuntamente con el MAG. Dos de dichos proyectos están todavía activos y un tercero, Rural Adelante, fue aprobado por la Junta Ejecutiva del FIDA el pasado mes de diciembre y en breve estará operativo.
Más de 560 personas asistieron al evento, en el que participaron 120 representantes de instituciones de gobierno salvadoreño y de gobiernos locales. Entre ellos, además del titular del MAG, cuatro viceministros de Agricultura y Ganadería (Hugo Flores), Economía (Merlin Alejandrina Barrera), Medio Ambiente y Recursos Naturales (Ángel Ibarra) y Gobernación y Desarrollo Territorial (Daysi Villalobos).
También estuvieron representados 36 socios estratégicos del FIDA en El Salvador y América Central, incluyendo organizaciones de la sociedad civil, ONGs (PROCASUR, RIMISP-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, PRISMA, Grupo de Diálogo Rural de El Salvador, Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales-ICEFI, SNV y Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social-FUSADES), empresa privada (AGEXPORT) y organizaciones internacionales (Comisión Económica para América Latina-CEPAL y ONU Mujeres). Muchos de ellos fueron co-organizadores de distintos momentos y actos incluidos dentro del programa de la semana.
Los 11 paneles temáticos realizados abordaron importantes cuestiones en el área del diálogo sobre políticas públicas para el desarrollo rural:
  • participación democrática,
  • oportunidades económicas de los y las jóvenes;
  • empoderamiento económico de las mujeres;
  • programas de transferencia monetaria; acceso a mercados;
  • alianzas entre los sectores público y privado y las y los pequeños productores rurales;
  • medio ambiente y cambio climático;
  • soberanía y seguridad alimentaria;
  • y la participación y empoderamiento económico de los pueblos indígenas.
Junto con ellos, 6 talleres proporcionaron formación práctica a decenas de asistentes en cuestiones como metodologías para el diálogo sobre políticas públicas de desarrollo rural, participación en mercados y cadenas de valor o negocios inclusivos.
La juventud tuvo un papel relevante. Más de 110 jóvenes rurales participaron en diversos paneles sobre juventud rural y en la Asamblea de la Red Nacional de Jóvenes Rurales. Durante este último evento, aprobaron un plan de trabajo y acordaron la creación de la Asociación Integral de Redes Juveniles Rurales de El Salvador (AREJURES), que les representará a nivel nacional. Las y los miembros de la primera junta directiva de la recién creada asociación, fueron juramentados por Yeymi Muñoz, directora general del Instituto Nacional de Juventud (INJUVE).
Los y las jóvenes rurales expusieron su necesidad de más oportunidades para la participación y explicaron cómo muchos de ellos viven en condiciones de pobreza y vulnerabilidad, su falta de recursos para convertirse en pequeños agricultores o emprendedores rurales y cómo tienen que lidiar con la carga de la persistente violencia criminal que afecta a El Salvador.

Glayson Ferrari destacó el papel clave de la juventud en el desarrollo rural: “Sin una juventud empoderada, todo esfuerzo en favor de un desarrollo rural inclusivo será en vano. Los jóvenes son la respuesta a muchos de los desafíos que las áreas rurales afrontan. Son ellos quienes pueden incrementar el uso de tecnologías, desarrollar nuevos servicios y llevar adelante negocios rurales más competitivos”.
A lo largo de la semana, el FIDA firmó tres importantes acuerdos:
  • Con la Asociación Guatemalteca de Exportadores (AGEXPORT), para promover oportunidades de acceso a mercados para las y los pequeños productores de Guatemala, Honduras y El Salvador;
  • Con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la ONG Visión Mundial y el Instituto Nacional de la Juventud (INJUVE) para apoyar a la juventud rural.
  • Con la ONG PRISMA y el Comité Nacional de Agricultura Familiar (CNAF) para fortalecer la soberanía y seguridad alimentaria.
Durante el evento se presentaron diversos estudios relacionados con la economía, el desarrollo rural y la política fiscal en la región centroamericana. Entre ellos, los estudios El desarrollo rural en cifras e Incidencia de la política fiscal en el ámbito rural de Centroamérica. El caso de El Salvador, elaborados por el ICEFI con el apoyo del FIDA.
Jonathan Menkos, director ejecutivo del instituto destacó que“El Salvador es uno de los países centroamericanos donde existe mayor inversión per cápita en desarrollo rural”. Sin embargo, como en la mayor parte de Centroamérica, su población rural continúa sufriendo “un inadecuado acceso a servicios y bienes básicos, lo que genera desigualdades en las tasas de bienestar, empleo e ingreso”. Políticas fiscales adecuadas pueden ayudar a cambiar esta realidad, logrando una distribución más equitativa de la renta.
Este hecho no se da en El Salvador, donde según Betty Pérez, representante del Consejo Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño (CCNIS) , prima “una visión paternalista de las políticas sociales”.
Por su parte, la directora del Centro de Investigación y Estadísticas de FUSADES, Margarita de Sanfeliú, presentó el estudio Programas de Transferencias Monetarias y Desarrollo Rural: El Caso de El Salvador.
Como ven, la 1ª Semana FIDA en El Salvador estuvo repleta de acontecimientos. Fue un desafío apasionante organizarla. Pero, una vez que ha pasado, comienza un desafío todavía más apasionante: aprovechar toda la energía y el conocimiento que el evento generó para avanzar en la senda de una transformación rural inclusiva y sostenible en El Salvador.

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