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Fortalecer la resiliencia a los efectos del cambio climático en las comunidades indígenas guaraníes en Bolivia

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Autora: Elvira Gutiérrez Barrón

El Chaco boliviano es una vasta región semiárida y con baja densidad de población. Es también una de las zonas de América Latina que más sufre los impactos del cambio climático. Las cambiantes condiciones climáticas se ven reflejadas en una cada vez más escasa cantidad de lluvia y en época de sequía cada vez más prolongadas, lo que afecta muy negativamente a la agricultura y, en consecuencia, a la seguridad alimentaria de las familias.  

Todo ello tiene un profundo impacto sobre las comunidades indígenas guaraníes que habitan en esta zona, cuya vulnerabilidad se ve agravada por la escasez de agua tanto para consumo humano como para riego. La insuficiencia de agua es el principal problema de las familias indígenas de la región.

“Algunas comunidades hacen cosecha de agua, pero esto solo es para el consumo familiar y no alcanza para el riego, a veces fracasamos en nuestros cultivos por falta de agua…”, explica Fermín Carvajal, mbuvuricha (líder, en lengua guaraní) de la comunidad Timboy Tiguasu en Bolivia.

Aplicación de buenas prácticas agrícolas (BPA) en preparación de suelos, parcelas familiares. Comunidad Pozo del Anta ©CERDET/FIMI

La agricultura familiar y comunal dedicada al cultivo de maíz y la actividad ganadera de traspatio son la base del sostén de las comunidades indígenas. Sin embargo, los problemas de escasez de agua, la falta de tecnología y de los recursos debilitan los sistemas alimentarios.

Pero todos estos problemas han aminorado gracias a un proyecto financiado por el Fondo de Apoyo a los Pueblos Indígenas (IPAF), un innovador instrumento financiado por el Fondo International de Desarrollo Agrícola (FIDA) y gestionado por el Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI) que tiene como objetivo fortalecer las comunidades  y organizaciones indígenas.
El proyecto en el Chaco boliviano es  ejecutado por la ONG CERDET. Por medio de esta iniciativa, alrededor de 50 familias de las comunidades guaraníes Timboy Tiguasu, Pozo del Anta y Yacuagua lograron aumentar y fortalecer sus capacidades de resiliencia, en especial la seguridad alimentaria; con la disponibilidad de alimentos, el acceso de las personas a estos alimentos y el aprovechamiento biológico de los mismos, los principales componentes para mejorar los medios de vida de estas comunidades.  


Parcela comunal habilitada con infraestructura para malla media sombra. Comunidad Timboy Tiguasu ©CERDET/FIMI

Gracias al proyecto, parcelas familiares y terrenos comunales han sido habilitados para cultivo y están siendo adaptados para riego con técnicas de bajo costo que pueden ser recreadas por las mismas familias con poco material y un conjunto de mejores prácticas que van desde el semillero hasta la cosecha, pasando por la organización y el trabajo cooperativo y de ayuda mutua entre las familias.

El proyecto también contribuye a facilitar y promover el dialogo intergeneracional y la transmisión de conocimientos a través de la recuperación de prácticas agroecológicas inspiradas en el conocimiento ancestral sobre las propiedades de las plantas que se utilizan en la preparación de bioinsumos para el control de enfermedades y plagas.

 “A las familias nos gusta sembrar en nuestras chacras hortalizas, flores, yuca, cítricos, todo lo que necesitamos para nuestra alimentación. Mientras que en los terrenos comunales cultivamos maíz, yuca. Gracias al riego y a otras prácticas, así como recordar buenas prácticas para curar las plagas, ya no perderemos nuestras chacras”, nos cuenta Mirtha Vallejos, mbuvuricha de la comunidad Pozo del Anta. 

 
Dotación de plantines hortalizas en la comunidad de Timboy Tiguasu ©CERDET/FIMI

Si bien el proyecto aún está en ejecución, se vislumbra que sus resultados serán exitosos y altamente replicables. Ahora que el riego mejora los rendimientos, se minimiza el riesgo de pérdida de cultivos por falta de agua y esto a su vez permite diversificar la chacra familiar con nuevos cultivos como hortalizas que mejoran su alimentación y proporcionan la posibilidad de generar un ingreso extra para las familias gracias a sus ventas en los centros urbanos.

Práctica de uso de semillas de calidad (BPA). Comunidad Timboy Tiguasu ©CERDET/FIMI

Las comunidades indígenas han contribuido enormemente para lograr los resultados con su alta capacidad de organización y gestión. El fuerte liderazgo de las autoridades comunales, los capitanes o los Mburuvicha guasu o Mburuvicha comunal (líder en lengua guaraní),promueven los valores comunitarios del dialogo y la reciprocidad entre las familias para encarar los desafíos de la comunidad. Hay que destacar el empoderamiento y liderazgo de las mujeres para velar por el bienestar de la comunidad y de las familias.

Además, los factores de logro de esta iniciativa radican en las capacidades de resiliencia indígenas y en el concepto de la comunidad como un sistema de vida holístico y multidimensional.

Así, las comunidades guaraníes del Chaco boliviano tienen una dimensión socio-cultural –son un sistema de conocimientos, prácticas y saberes que mantienen viva la memoria y la praxis comunitaria–, político-institucional –patente en la gobernanza de su territorio para sostener el equilibrio de la Madre Tierra, una pieza clave en el actuar de las comunidades indígenas–, económica –orientada al aprovechamiento del entorno natural– y, finalmente, una dimensión natural: la conservación, restauración y regeneración de la Madre Tierra.
Esta dimensionalidad multiple permite que los pueblos indígenas sostengan, recreen y reproduzcan sus sistemas de vida y se hagan resilientes en un proceso que abarca la integridad de la comunidad.


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