Por Andrea Esquivel, Responsable del Programa Rutas de Aprendizaje en PROCASUR
Conocimiento, innovación, aprendizaje, intercambio de experiencias, participación, afecto y alegría. Todo ello estuvo presente durante los siete días de la Ruta de Aprendizaje "Estrategias e innovaciones para la inclusión de los y las jóvenes rurales como protagonistas del desarrollo de sus territorios", implementada por PROCASUR y FIDA en El Salvador la última semana del pasado mes de febrero.
La ruta, organizada con el apoyo del Ministerio de Agricultura salvadoreño, reunió a unos 40 jóvenes rurales y representantes técnicos de instituciones de desarrollo rural de Brasil, Belice, Venezuela, Nicaragua, Haití, Honduras y El Salvador. La diversidad cultural y lingüística no fue una barrera para el aprendizaje colectivo, sino elementos de convergencia y de mutuo enriquecimiento.
Pero, ¿qué es una ruta de aprendizaje? Básicamente, las rutas de aprendizaje son una herramienta de gestión del conocimiento y desarrollo de capacidades que promueve el escalonamiento de las mejores prácticas a favor de la erradicación de la pobreza rural.
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©PROCASUR/Daniel Ferreira |
Diseñadas a la medida de cada usuario, y estructuradas en torno de objetivos específicos de aprendizaje, las Rutas promueven el intercambio de experiencias y la interacción, convirtiendo a pequeños agricultores y técnicos agrícolas locales en capacitadoras de sus pares.
Así, los participantes en la ruta de aprendizaje de El Salvador vivieron un proceso de construcción e intercambio de conocimientos del que los y las jóvenes fueron los principales protagonistas activos y motivadores.
Durante el recorrido de la ruta, los y las participantes pudieron conocer el contexto sociocultural y político relevante en materia de juventud rural en El Salvador y en los distintos países de América Latina y el Caribe que enviaron representantes a la ruta. Los y las ruteras analizaron en conjunto avances, desafíos y dificultades.
La fuente principal del aprendizaje han sido los actores locales. Hombres y mujeres de talento, jóvenes y técnicos, que a partir de la presentación de su experiencia acerca del camino recorrido para establecer las buenas prácticas implementadas, lograron asombrar a los visitantes y transmitir sus conocimientos de manera clara y dinámica, motivando la reflexión y la innovación.
Las experiencias anfitrionas (los proyectos MAG-PRODEMOR CENTRAL y MAG-PRODEMORO, financiados por el FIDA en El Salvador, y la ONG salvadoreña FUNDESYRAM), así como los paneles sobre las experiencias provenientes de Nicaragua (NITLAPAN y Ay qué lindo!, una de las actividades financiadas por el FIDA a través del proyecto PRODESEC), aportaron con diferentes mecanismos y estrategias que han resultado exitosas para incluir a la juventud en iniciativas de desarrollo rural, incrementando su participación y empoderamiento social y económico.
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Múltiples fueron igualmente los actores e instituciones que han apoyado estos procesos y que han demostrado que invertir en los jóvenes es rentable y prioritario para generar estrategias de desarrollo sostenibles, actuales y futuras.
Así, con base en estos nuevos conocimientos, buenas prácticas e innovaciones se elaboraron planes de innovación en los que cada equipo participante esbozó un camino para abrir nuevas oportunidades a losy las jóvenes en sus entornos de acción.
Ahora, tras el retorno de las y los ruteros a sus países y regiones de origen, el desafío es sembrar los aprendizajes cosechados y abonarles para que se multipliquen y den frutos.
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Sobre todo, cuentan con el recuerdo vivo de aquellos jóvenes que a partir de sus voces y testimonios mostraron que es posible vencer los miedos, emprender e innovar, y que sólo es preciso una dosis de confianza y oportunidades por parte de las instituciones para que sus capacidades se activen, impactando positivamente no sólo a ellos, sino a sus familias, comunidades y territorios.